El jueves del amor y el servicio ¿Quien se amasa a sí mismo para ser pan partido?

¿Quien se amasa a sí mismo para ser pan partido?
¿Quien se amasa a sí mismo para ser pan partido? Jose Moreno Losada

Sólo te falta una cosa... ve vende lo que tienes y dáselo a los pobres, después ven  y sígueme. Adorar a Dios en espiritu y verdad. Un sólo camino, única verdad, vida verdadera. Si quieres...

JUEVES SANTO: "amasando el pan de lo comunitario"
Evangelio: Juan 13,1-15
Celebrar la eucaristía es celebrar y hacer presente la vida que Jesús entrega por amor a toda la humanidad y que se hace presente en el pan y el vino cada vez que nos reunimos en torno a su mesa. Celebrar el Día del amor significa partir y compartir el pan en comunidad, responder a la propuesta de vida que Dios nos hace para aprender a vivir como hermanos y hermanas, con el corazón y el alma en atenta mirada hacia los demás, para dar la vida y hacer propia la misión de Jesús: amar al mundo y mostrarle lo que Dios le quiere. Vivir la caridad es saberse amado por Dios y ser capaz de verle reflejado en los demás, en la Creación, en las personas más pobres, vulnerable y excluidas de nuestros lugares cotidianos, dejarse tocar por sus vidas y aprender a mirar a escuchar el sufrimiento y el dolor de los demás, sin miedo, para conmovernos y no pasar de largo.
Queremos crear, desde el amor de Cristo que se nos da como pan, espacios liberados donde el que sufre, encuentra consuelo; donde el sediento, encuentra fuentes de vida y ánimo para saciarse y seguir caminando; donde el que necesita cuidado, acogida y cariño, encuentra la cercanía del otro que le dignifica y le reconoce en su dignidad de humano y de hijo de Dios. La dimensión socio caritativa de nuestra fe y de nuestras comunidades, alimentada eucarísticamente, ha de ser priorizada en nuestras parroquias, asociaciones, movimientos, congregaciones, en toda la Iglesia. Cáritas es un instrumento de concienciación y animación en este
sentido, que nos invita a construir la casa de todos.
Llamados a ser en común. La Eucaristía nos alimenta y nos empuja para construir y animar nuestra comunidad cristiana. No hay Eucaristía sin comunidad, ni comunidad cristiana si no es eucarística. La comunidad es el espacio donde creemos que podemos acompañar y ser acompañados, generar presencia, anuncio, denuncia y otro estilo de vida. En el detalle pequeño y oculto se despliega la fuerza radical del resucitado que se hace presencia real y oculta más allá de lo que tú contemplas.
Desde la comunidad cristiana, sabiendo que gente pequeña con cosas pequeñas y en pequeños lugares, vamos transformando como levadura y sal el mundo. El horizonte eucarístico de la Iglesia está claro: habitados y alimentados por la presencia real de Cristo en la Eucaristía, que se hace servidor nuestro, estamos llamados a ser eucarísticos, a ser pan partido y comido por los hermanos, especialmente por los que tienen hambre y sed de justicia. Así seremos los cristianos, prolongación de esta presencia real eucarística en medio del mundo, entre los hermanos, y seguiremos caminando hacia la Vida Eterna.

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