La vida duele

La vida duele
La vida duele

A veces, muchas veces, duele demasiado… Cuanto dolor, cuanta cruz en ocasiones difícil de llevar, cuanto llanto… Demasiadas preguntas sin respuesta…

Estamos en la Semana grande, semana de muerte, pero también de vida, de  silencios, pero también de esperanza.

Cuantas veces no hemos pronunciado, o por lo menos sentido, esas mismas palabras que Jesús pronunció en el Gólgota: ¿por qué me has abandonado?

¡Cuántos crucificados hay en este mundo, crucificados por el hambre, la guerra, la enfermedad, las injusticias… demasiados crucificados, por otros que ya han tomado la decisión por ellos.

Jesús no escogió la cruz como estos hermanos nuestros, sin embargo, le llevaron a ella.

Si creemos en una VIDA, con mayúsculas, ésta no llevará a la esperanza, A no sentirnos abandonados, por que Él, como hombre, supo levantase y recibir la fuerza para llevar esa cruz, para poder seguir adelante.

No se sintió abandonado, confiaba, a pesar de la desesperación y  dolor.

El silencio de Dios duele, a veces mucho, demasiado, porque hay demasiados viernes o sábados santos, en los que el dolor y la oscuridad no nos dejan ver más allá, pero no olvidemos que la cruz lleva a la vida. Él no se quedó ahí y nosotros tampoco debemos de hacerlo.

Acompañemos a Jesús estos días, hagámoslo también junto a tantas personas, que están sintiendo lo que él en estos días, donde la cruz a veces, pesa demasiado… pero con la esperanza de no sentirnos abandonados, sabiendo que al final del camino siempre hay luz.

Hagamos de nuestro corazón un lugar de acogida, pero también de acompañamiento y servicio. Servicio desde abajo, nunca por encima de aquel a quien se sirve, algo que tanto nos repite nuestro hermano, el Papa Francisco…

¡Feliz Pascua de Resurrección!

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